Los futuros padres mandarines han dejado los huevos.
Dicha tragedia la he provocado yo. En el patio donde se encuentra ubicada la voladera teníamos pendientes una obras y llegó en el peor momento. Momento que tenía que llegar pues se nos estaba viniendo abajo, las cosas de los muros viejos.
Para que se pudiera montar el andamio tuvimos que meter la pajarera en el salón junto a la pecera.
Ese pequeño cambio para nosotros ha sido fundamental para que los mandarines hayan abandonado la puesta.
De veras que lo siento, pero esto nos viene a demostrar, una vez más, el frágil equilibrio de la naturaleza.
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